
Tú sabes que me gusta el espectáculo
de verte abrir las persianas de tus ojos,
de convertir tu colchón en un oráculo
de sudor encharcando nuestros rostros,
tú sabes que me gusta presumirte
el milagro de sembrarnos primaveras,
resbalar miel del frente y ungirte
con rosas que adornan tus caderas,
tú sabes que me gusta seducirte
aromando con rosas salvajes nuestro encuentro,
perderme entre tus rizos y consentirte
la fiel promesa del sacramento,
perdona si te saqueo a diario
el zumo de la dicha de tus labios
robándole protagonismo al amor,
cuando te conocí no usaba mapa
y naufragué en tu tierra santa
donde siempre sonríe mi corazón.
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