
descansando en el lomo de una rústica mesa;
cenizas de tristeza y de dudas
macerando la escoba tísica de años pasados,
bendiciones que se cansaron,
pobre del escritor que piensa a solas
que sufre por amor
que escribe, que sueña, que busca y que tiene un amor…
pobre de sus hijos que no nacerán
porque no hay vientre que inquilíne
en sus aposentos los rastros de una ilusión,
pobre del escritor…
pobre de su madre que se viste de decepción
y vaga por las fuentes de la imaginación,
preguntándose si habrá sol en su amanecer pasada esta noche,
pobre del escritor…
que su perro se hace viejo y sus barbas encanecen
y sus ojos, blanco y negro, como una película muda,
se disipan en la impresión fugaz de la vida.
Pobre del escritor que ama y desenamora
que le sangran los sueños,
que le pesan los labios,
ay mijo, pobre del escritor
que te escribe esta carta.
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