Disfruto el silencio que acorrala una idea a la intemperie,
y el exilio de una tierna libertad azul bajo la cama,
disfruto las frases que mi padre no llegó a decirme
y la mazamorra caliente desfilando en mi antojo,
disfruto el milagro de una rima tímida al esconderse la mañana
y dar de comer al asesino de mis límites
por si se me olvida que soy humano,
y disfruto contigo la comunión del sudor en pares,
el paso de viejo que alardeo cuando subo las escaleras,
el insomnio que no me deja despertar las quimeras
y la mala educación, mocedades.
Disfruto el primer paso de escribir sin memoria
y el ajeno regalo del desierto de musas,
caerle bien a los hacendosos y a la escoria
y firmar sin miedo el sello de mi testamento,
disfruto perder el tren que se escapa
de la estación de mis quejas,
y pinto de colores los lunares de Lima,
que me parió primero que a la desdicha y la dicha,
disfruto porque ando aún... y puedo hacerlo mejor
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