Sincera la voz que se le escapa
en el mapa manchado del olvido,
has de mirarme cuando te pasas
de estación de libre albedrío,
sin verguenza el silencio que me invade
he de pedir perdón a mis sentidos,
ni Da Vinci sudaba frío con detalles
de mujer en mi colchón sumergido,
Migas de sospecha se descubren en el camino
ahogadas en ciénagas oscuras de Macondo
el panorama de lectura de tus ojos
sin perder la ternura debajo de tu vestido,
sin opiniones ni críticas, abarcas
el lado rescatable de la marca
señalada en la puerta cerrada del fracaso,
hazte mi enemiga para recuperarte
cada beso tuyo un mundo aparte,
y la carta que no me llegó por hacerme caso.
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