Cuando amanece, irremediablemente me tiembla una idea
que se asoma en la corona de mi temor,
le saca canas al reloj y no me permite conciliar el sueño
ni omitir la mañana que visita,
le rezo a la virgen del silencio que no canten los pajarillos,
gargantas de la aurora,
la dama no me regala atención,
y fundo una ciudad autismo
en la palma de mis manos,
gemela de la frontera de la soledad,
otra vez me olvido de ti
y al despertar mi corazón,
hago rimar tu nombre con el amor sin saber cómo,
volviéndome a dormir una vez liberado de aquella idea.
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