tú, que le haces cosquillas a mi tristeza,
que pones a las 12, bien, la mesa,
que atropellas todas mis rutinas;
tú, que pone una banca a mi costado,
en pleno juicio haces de abogado,
cuando me piden cuentas mis pesadillas;
tú, que me acompañas cuando no me encuentro,
que le das alpiste a los cuervos
blancos que nos protegen;
tú, que me dejas flores cuando disfrutas
el sol y sobre mi pecho te me tumbas
hablar del futuro con miles de crecez;
tú, que me haces vivir como un humano
escribir cartas a mis paisanos
y pensar en ti los treinta días del mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario