
Cuando escribía más, sufría de insomnio
crónicas de sinceridad, pétalos de sonrisas,
cerveza de cantina, exceso irrisorio,
cigarros que fusilan, tristeza en la brisa,
se me volteaban los calendarios,
sin distinguir el día y la noche,
el amor era un mito bien formado
en los vidrios empañados de un coche,
y me aplaudían señoritas,
que sin conocerlas, me invitaban,
lo poco que custodiaba su alcancía
y me regalaban la miel que recogía de su almohada,
y en el desliz de una canción
florecía con el sol
de rimar precario una historia de mis entrañas,
cabe mostrar que me contento,
no tener canas y estar más viejo,
y volver al infierno acogedor con telarañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario