Tímida como un anochecer de verano
que naufraga en el cuadro de los aires del cielo,
musa forastera del corazón de mi hermano
que enseña partituras a los ojos con sueño,
escasa como una gota de lluvia en el Sahara
que persigue su aliento privado a su manera,
firme cuando luce la palabra
discreta como un suspiro en primavera,
enternece quimeras con vestidos de gala
cuplé de nocturnas miradas con su galán,
puntual al noble hechizo de inventarse
una razón para quedarse en San Juan,
tanta gracia Del Carmen
ordenando que se carguen
la belleza y la bondad una mano por ella,
insólita como la voluntad del destino
perdida en mi camino
y volver conversando con estrellas.