Petrus Cairo

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jueves, 8 de enero de 2009

Mi nombre es Manuel J. Cairo me llaman Petrus


Hace algunos años, cuando tenía catorce o quince años, tenía de meta escalar los ansiados peñascos de la gloria, de la rutina, aspirar a una vacante exitosa de la sociedad, con mucho ruido quizàs, y todo para beneplacencia de mis familiares, los cuales siempre me preguntaban que deseaba ser de grande y al responder oficios, no lucrativos y acompañados de la suerte y de un marketeado mal vivir, como la música y la literatura, al ver la cara de espanto que se deformaba en los rostros de mi madre y mis tíos, indicaba ser doctor o abogado, eso duró muchos años, sin embargo, en plena faena de mis secretos libros que me prestaba de la biblioteca del colegio o sino prestado de uno de mis mejores amigos, iba descubriendo la hermosura inmortalizada en la tristeza de Cesar Vallejo, Quevedo, las narrativas de Valdelomar, lo complicado de Borges, Sábato, Saramago, lo bohemio de Bryce, y esos señores que sus vidas no siempre fueron de color de rosas, y qué ninguna falta les hacía, yo ya me había decidido a compartir mis pensamientos e imaginaciòn por la palabra impresa.


Cuando ingresé a la Pre, de la universidad de San Marcos, me dedicaba todas las clases de matemáticas a escribir y en esas oportunidades también en mi casa, me quedaba hasta fastidiosas y deliciosas horas de la madrugada a buscar versos hermosos, versos que me emocionases, como también leía, luego conocí la obra de Verne, Kafka, Vudozki, que son tremendo y oscuros escritores. Desaprobaba algunas notas, pero me emocionaba ver la alegría de compañeros al ver mi creación, hasta sorprendi a dos profesores de la universidad con lo que escribía.


Lo que pasó en medio de esta historia hasta aquí, es también muy importante pero merece ser contaba oralmente, a la fecha tengo este pequeño espacio donde algunos me leen cuando se acuerdan de mí y quieren ver si sigo escribiendo, agunos quizás ya no me entienden, a la fecha sigo igual de juguetón, como cuando mi padre me paseaba en su camioneta todas las mañanas antes de irse a trabajar para que me quedase tranquilo, o cuando de pequeño tocaba el cajón de mi abuelo, que muy mal lo tocaba porque sólo me agradab darle sonido a algo y no lo desarrollaba por falta de incentivo.


Hoy tengo 24 años, estoy más barbudo y gordo, bebo más y con libertad, conozco el amor en su forma perfecta, como también el desamor en su misteriosa espina de agonía, y mi tan orado rechazo ante Dios, y lo que se asemeje a él, pero lo extraño es que cuando estoy en problemas le conversó o imagino conversarle a la Virgen, pero a pesar de ciertos derechos y misericordiosos deberes, no logro convertirme en el escritor que soñé, a pesar de ser tomado como el raro de la familia, y nunca supe si al decirme eso, me adoraban o me rechazaban, o lo traumático de la ausencia de papá en mi vida, recordando los problemas poderosísimos que me trajo esto en mi vida familiar. Ahora, en esta noche, que arde como las diez de la mañana de un domingo con resaca, empiezo a dibujar mi mundo, a decifrar mi oficio, a pagar mis llantos, a sacarme los clavos de mi pasado y evitar la puerta falsa de la gloria, que mis familiares me deseaban.


Hoy darle peso a mi apellido por lo cansado de mi huellas, de mis propias huellas hoy decidí, no decirle a mi padre nunca más "este es el mundo que me dejas", hoy puedo decir que empiezo a levantarme de la cama para dibujar mi mundo, mi quimera favorita...


Mi nombre es Manuel J. Cairo y me llaman mis amigos y amor, Petrus
P.D. Me hubiese gustado que mis padres alguna vez hubiesen leído algo que yo escribí...para ellos

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