
No apagues mi memoria, clandestina
marcha que se alarga con la plegaria,
desacostumbrando la siesta de rutina,
virgen de la tristeza milenaria,
con los pesos que les debo a mis paisanos,
madrugadas inertes que no saben de nada,
un beso que se prende y se duerme en los veranos,
una mancha de amor en la butaca,
no te pretendas ignorar este camino,
te descubren las nubes sin clemencia,
mi cuarto deseo de Aladino
me lo robé de tu boca sin paciencia,
y callo, pagando caro el velo del silencio,
el gallo matasueños del pasado
canta cuando camina el invierno
y pica para ahuyentar al extraño,
mujer que nace de la placenta
de mi alma, cazando tormentas
abandonadas en el desierto del miedo
prófugo al terminar al día
minando tu nombre con poesía,
fruta prohibida porque me quedo.
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