Mis mejores medicinas perdieron eficacia
y la fiebre subió y la desgracia me invadió
como se invade un país vecino,
y mi ángel de la guarda renunció
y se me olvidó mi mejor canción,
y mis deudas de amor me las pagaron con abandono,
y murió un presidente en la televisión,
y mis huellas digitales tu piel se las llevó,
y la maldita costumbre de extrañarte me resucitó,
mi guardarropa de satisfacción, mi bala perdida,
mi canción en sol, la golondrina que duerme en mi balcón,
tus besos la prueba del delito, tus caderas el camino al hechizo
de perderme en tu perdición.
y alquilé mi nombre por sólo probar
si me buscaba de nuevo la soledad
su paloma mensajera no me quiso visitar,
le rompí la mano a los asesinos
de esta canción que acaba contigo
y despierto con tus brazos sirviéndome de abrigo,
mi última carta antes de morir, Shakespeare enamorado
se parece a mí, un beso olvidado
que se acuerda de ti,
la sangre amotinada de nuestra pasión
la tristeza cambió de dirección
porque llegó la policía de absolución...
la gatita indomable que salta en mi habitación...
última costilla de Adán...y último perdón...
de menos es si habla de más...azucar y calor.
Petrus Cairo
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miércoles, 6 de marzo de 2013
Oh Claudia
Oh Claudia,
el tormento que reparten tus ojos
hacen retroceder el enojo
de una idea inquilina en el fondo de mi ser,
compañera,
he de abrazarte la última y la primera
vez que tropecé en la escalera
que sueltan tus cabellos para invadir tu sed,
musa enferma
del amor incondicional que conservas
en un sobre dibujado con la cera
de la vela que acompaña tu restauración,
y el mantel donde escribimos cartas compartidas
emborrachando una guitarra de melodías
cuando muere en cámara lenta el anochecer...
Oh Claudia,
dejaré volar libre el juramento
de escribir promesas falsas al tormento
que una vez me quitaste y no volví a ver
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