
Atacándote,
para ser libre de la libertad y purgar condena en el silencio,
cuando los murmullos de mi soñar no me dejan dormir
y busco señal de ti, sin conocer tu dirección,
que pesada es el alma frustrada, mi señor...
Que respirar tan contaminado
que alimenta el podrido sueño que me grita al oído,
¿qué vivir acaso no es demasiado?
que oportunidad compra la herida
mojada de pesadillas y suelta con fiero guardián...la guerra.
Mi señor, a tus pies me debo,
a tu voz insonora, que en acústico oído se hospeda
poniendo bandera blanca al río que nace de mis ojos.
Señor, tú sabes cómo arde aquí dentro,
no tengo tu dirección y te encuentro
no tienes deber conmigo...
pero aquí me invitas algo de comer para el corazón